Las Moradas de San Martín
La bodega
La Bodega Las Moradas de San Martín es compromiso con la más antigua tradición de la zona.
Compromiso que se desarrolla recuperando viñas arraigadas en la zona pero como una apuesta por el futuro de esta tierra.
La bodega trabaja por mantener el equilibrio entre la elaboración tradicional sin renunciar a las ventajas que ofrece la tecnología moderna a la enología.
Situada en el monte, dentro del término municipal de San Martín de Valdeiglesias, rodeada de los propios viñedos que surten la instalación de materia prima para la elaboración de los caldos.
Es una bodega actual pero que se inspira en la vieja tradición y por eso utiliza cepas de cierta edad para la elaboración de sus vinos.
Los propietarios ofrecen una agradable visita, con servicio de degustación y cata.
En el recorrido se pasea tanto por las instalaciones como por los viñedos mostrando los más jóvenes y los centenarios en un mismo espacio.
Todo ello rodeado de un paisaje privilegiado.
Estas son las dos experiencias de las que puedes disfrutar ahora mismo con el equipo de Bodega Las Moradas:
Variedad de uva
Garnacha tinta
Garnacha tinta
La Garnacha Tinta es vigorosa, de porte erguido y fértil; muy rústica, resistente a las condiciones adversas de cultivo, especialmente frente a la sequía, y es precisamente cuando sufre estrés hídrico cuando ofrece sus mejores cualidades. Prefiere los suelos calientes, secos y pobres, aquellos que contienen abundantes piedras o incluso fragmentos de roca madre.
Podría decirse que es de gran fortaleza ante las afecciones propias a las viñas, con una gran tolerancia al oídio; sin embargo es muy sensible al mildiu y a la botrytis. Se le suele practicar la poda corta, pero puede admitir la larga.
Aunque a finales del siglo XX se consideraba la elaboración de rosado como única aptitud de esta variedad, actualmente, y gracias a la aplicación de fermentaciones y maceraciones largas, así como regímenes de temperatura más reducidos que los practicados habitualmente, sus potenciales enológicos están amplificándose —de hecho, se elaboran con ella muchos de los vinos mejor valorados del mercado entre los que se encuentran los procedentes de la viña madrileña—.
Igualmente es usual encontrarla en la producción de crianzas mezclada con otras cepas —Cabernet Sauvignon, Graciano, Macabeo, Syrah, y Tempranillo—, a las que suele aportar acidez.
Tanto la tendencia que defiende un origen peninsular como aquella que reclama la isla de Cerdeña como lugar de nacimiento de la Garnacha, pudieran considerarse como válidas, especialmente desde un punto de vista histórico, en el que los vínculos entre ambas tierras han sido numerosos: la población sarda se habría asentado en el sur de la península en el 800 a.C., y la isla había sido colonia española de 1479 a 1720.
La familia de la Garnacha engloba diferentes variedades como son la Garnacha Tinta, la Garnacha Blanca, la Garnacha Peluda y la Garnacha Gris, así como otras tantas hibridaciones entra las que cabría citar la Garnacha Tintorera.
Las variedades comúnmente confundidas con la Garnacha Tinta son Alicante Henri Bouschet, Morrastel Bouschet, Plant Droit, Tempranillo, Vidadillo de Almocid.
Albillo real
Albillo real
Es poco vigorosa, de porte rastrero; muy resistente a las sequías y de gran adaptabilidad a suelos arenosos. Aunque también lo es a las afecciones propias a las viníferas —especialmente al oídio—, su precoz brotación la sensibiliza a las heladas primaverales, requiriendo podas largas que minimicen los daños y aumenten su baja productividad.
Es una variedad temprana, y su vendimia comienza en el mes de agosto, adelantándose a las restantes variedades cuya recolecta suele producirse a partir de septiembre. El pequeño tamaño de su racimo la convierte en una variedad de bajo rendimiento en prensa.
En un principio era más habitual encontrarla mezclada participando de tanto vinos tintos —a los que otorgaba cualidades aromáticas—, como rosados —tales como los de Cigalés de Catilla y León—, o incluso blancos —especialmente con Moscatel Grano Menudo—. Sin embargo, desde hace años se están produciendo monovarietales que han dejado al descubierto su enorme calidad.
Se emplea mayoritariamente para vino joven fermentado y criado en barrica, que presenta una tonalidad amarilla con matices dorados. Suelen ser vinos secos, con aromas florales y recuerdos amielados debido a los azúcares no fermentados; el retrogusto es levemente amargo.
Aunque existen referencias de vinos elaborados con esta variedad desde el siglo XVII, hasta mediado el XX, el Albillo Real se consumía principalmente como uva de mesa.
Algunos autores extranjeros la definen como uno de los secretos mejor guardados de España pues aunque se desconoce su origen es prácticamente imposible encontrarla fuera de nuestras fronteras. De hecho, la UCDavis (University of California) está realizando un ensayo de clonación y cultivo en el Valle de San Joaquín para comprobar su viabilidad en la zona.
Las variedades comúnmente confundidas con el Albillo Real son Albaranzeuli Bianco, Albarín Blanco, Albillo de Albacete, Albillo Mayor, Albillo Real de Extremadura, Alvariño, Cayetana Blanca, Chanin Blanc, Chasselas, Pardillo.