Museo de la Molinería
Con dos cuerpos superpuestos, el central contiene de mecanismo de molturación. Las dos alturas culminan en una cubierta de teja cerámica a cuatro aguas.
El edificio tuvo distintos propietarios y arrendatarios, siendo conocido a lo largo del tiempo como Molino de Abajo o Molino de la Huerta de la Vega, cuando pertenecería a la casa de Altamira, poseedora del señorío de Morata y propietaria también del batán de paños de la isla Taray.
En 1888, fue reformado por Diego María Jarava, mejorando sus prestaciones y relegando al abandono a otro artefacto del municipio, el Molino Hundido. Pero fue a comienzos del siglo XX cuando la familia Mac Crohon amplió sus instalaciones con una turbina para la generación de energía eléctrica, que dio origen a la chimenea que ahora preside el edificio y que prestó servicio hasta el año 1984, cuando cayó en desuso.
Salvado de la ruina por iniciativa municipal, que adquirió el edificio y se propuso no solamente restaurarlo, sino dotar al viejo molino de una nueva y mejorada etapa de actividad, fue transformado en museo. Obsequiándole no sólo con todo aquello que lo hizo necesario en el pasado y que había perdido (su maquinaria y su funcionamiento) sino también de un nuevo y aún más importante carácter: el didáctico.
La adquisición del Molino por parte del Consistorio, en 1998, es una parte más del proceso de recuperación de los valores históricos, culturales y turísticos que puede ofrecer el enclave de Morata de Tajuña.
El Museo se divide en dos plantas repletas de maquinaria, elementos y aperos de molienda, y cartelas explicativas del proceso de su funcionamiento. Una vez introducido el trigo entre las piedras molederas, protegidas por el guardapolvo para evitar su derrame, las incisiones practicadas en la superior dirigían el trigo molturado hacia la salida y al harnal o directamente a un saco o costal.
Al margen del trabajo fundamental de reparación y mantenimiento de todas las piezas y componentes del molino harinero, su responsable también debía hacerse cargo de la limpieza de las acequias del mismo para facilitar el máximo aprovechamiento del caudal de agua, no siempre abundante en todas las épocas del año.